Estuve en
la casa de Gabo, así llamaba familiarmente a Gabriel García Márquez su hermana.
Fue fácil.
Nos recibió
ella porque el escritor estaba de viaje. No recuerdo el nombre de aquella mujer,
sólo sus ojos profundos y su sonrisa complacida por la visita –¡veníamos de tan lejos!– y ofrecía
su hospitalidad, invitándonos a limonada, a refrescos o a café. Todos estuvimos
de acuerdo, café. Era por la mañana. Los ventanales, abiertos de par en par y
la luz entraba a raudales en aquella estancia donde tal vez Gabo habría pasado
horas pensando sus dos novelas escritas en Cartagena de Indias, Del amor y otros demonios y El amor en los tiempos del cólera.
La hermana colocó la bandeja en la mesita central y mientras repartía
las tacitas y disponía el espacio, echaba la cabeza hacia atrás y suspiraba risueña
regalando dulces con nombres atrayentes: pastelillos de ajonjolí, panderitos de
yuca, fantasmas de merengue y caballitos de papaya.
Respiré profundamente e imaginé, sentado en el sillón que yo ocupaba en
ese momento, a Eduardo Galeano, y me pareció escuchar las voces de otros poetas
y escritores amigos que acudían al atardecer, con la fresca, con sus palabras
guardadas en hojas impresas o en tarros de cristal o en latas de galletas
inglesas, donde las exponían, las cambiaban, descubrían sus secretos, hablaban
sobre las que más contenido o significado poseían, discutían sobre el alcance
de unas u otras, las que más abarcaban, las cifradas –para mensajes
escondidos–, las preferidas, las
profundas; incluso rebuscaban para encontrar palabras desconocidas o para
recuperar las que se habían perdido.
Me hubiese gustado haberle dejado un mensaje al escritor.
–Escritor, Gracias.
–Escritor, ¿tal vez pensó en otro final para
Crónica de una muerte anunciada?
–Escritor, ¡me conmovió tanto su Relato
de un náufrago o Cien años de soledad!
–Escritor, estoy emocionada porque usted
supo elegir las mejores palabras, las adecuadas, las exactas, las más brillantes,
las más estremecedoras, las que contenían resignación, miedo, esperanza, sutileza
y delicadeza, desesperanza, amor, emoción, tensión, amistad, tristeza, soledad
y silencio.
Autora
invitada: Julia