jueves, 27 de marzo de 2014

Homenaje a Leopoldo Panero.








En gratitud a su hierática pero intensa compañía.

A mí me gusta escribir y él era un escritor. Hombre de pocas palabras y muchas letras. Me atraía además su expresión perdida, y su soledad elegida lo hacía inasible a los que nos consideramos cuerdos. Lo percibí siempre lejano y con el alma llena de ansiedad dolorida. Me conmovía aquel hombre. Yo lo miraba de soslayo para no distraerlo de sus pensamientos. Su voz sonaba como si estuviera al otro lado del agua. Hablaba corto, no sonreía aunque me acompañaba su silencio.


Parece oculto,
entre negrura y fuego.
Parece lóbrego,
entre malicia y tristeza.
Parece lejano,
entre páramos y desiertos.
Sin embargo,
hablas de tu alma,
cercana, clara y conocida.
No es el Infierno.
Tú  lo conoces.



¿Ya has descubierto el vacío?
¿Has paseado por la galería del alma?
¿Te has sentado en el abismo?
¿El frío indiferente ha quemado tu piel?
¿Eres un muerto que respira?
Que respira sin merecer el aire.
¿Te han presentado al Amor?
Y lo saludas como un extraño.
¿Y el poder? ¿Y el dolor?
No el que te causa haberlo originado.
El dolor que tú has causado.
¿Lo has sentido?
No, porque te faltaría el aire.
Quedarías mudo por falta de aliento.
Sordo por no oír la verdad.
Ciego por no ver otras lágrimas.
Y sólo palparías tu propio egoísmo.



Hojas muertas entre las páginas de un libro.
Lágrimas añejas en un pañuelo.
Pétreas legañas en la almohada.
Las canas de tu sien.
El aliento senil de tu boca
La tez arrugada.
Todo eso también es vida. O lo fue.
Descanse en paz la Vida.

Fotos: El Roque Nublo.

jueves, 30 de enero de 2014

Qué imperfectos somos (Capítulo 1)

Jujuy. Argentina
La Quebrada de Pumamarca se encuentra al noroeste de Argentina, en la Provincia de Jujuy, ofrece un paisaje estremecedor. Es un valle estrecho y alargado. A ambos lados de la Quebrada hay formaciones montañosas de colores, donde la naturaleza las pintó con tonalidades del blanco, rojo, naranja y amarillo. Extraordinario.
En la carretera que me llevaba a los diferentes poblados de montaña con casas de adobe, antiguas iglesias y ruinas que resisten el paso de casi 10 mil años, los indios de la etnia Kolla disponían, en la orilla del camino, puestos de venta donde ofrecían artesanía, tallas de madera, cerámica, telares, cestería… Más allá, los vendedores eran niños pequeños, muy pequeños, que extendiendo unos mantelitos, colocaban ordenadamente sus productos y se sentaban detrás, esperando.
Me acerqué con inquietud y mis ojos se clavaron en sus manitas cuarteadas por el frío que se movían con rapidez sobre el mostrador improvisado, donde aparecían collaritos, pulseras, peinillos de hueso, algunas golosinas, llaveros de donde pendían instrumentos musicales típicos de esa región, y varios grupos de papas amontonadas de cinco en cinco, formando una sucesión de pirámides en el borde del mantel.
Eran como nuestros niños, iguales, con ojos, boca, nariz…, extremidades y con cerebro, también hablaban.
Compré algunos objetos y chicle. Entregué un billete. Hizo la cuenta y me devolvió correctamente.
¿Cuántos años tienes?
Cuatro años, señorita.
Silencio.

¿Occidente?
¿Políticamente correcto?
¿Tolerancia?
¿Respeto?
¿Derechos?
¿Derechos de los niños?
¿Tercer Mundo o submundo?
¿Hambruna?
¿Igualdad?
Indolencia.
Escala de valores.

Niveles de contento.
¿Esperanza?


Sentí miedo de los humanos, y de los humanos con poder, y de los humanos que deciden y de los humanos con dinero, y de los gobernantes y de los alcaldes y de los concejales y de los liberados sindicales y de los que opinan sin documentarse y de los directores de algo, y de …, en general, de los humanos.

Qué imperfectos somos (Capítulo 2)

Eran como nuestros niños, iguales.
Durante los tiempos anteriores al descubrimiento y colonización de estas regiones, la Quebrada era el camino de los incas. A pesar de la aculturación sufrida debido a la acción colonizadora, pasada y actual realizada ahora por su propio pueblo aún practican algunos de sus rituales y mantienen otras formas culturales. Sus ocupaciones son antiquísimas y no poseen los títulos de propiedad de sus tierras. Siguen siendo perseguidos y amenazados por terratenientes, e incluso, algunas comunidades sufren severas represiones policiales o son “animados” a abandonar sus tierras con cierre del paso hacia los centros poblados donde venden sus productos.
El niño vendedor cuidaba de una cabrita porque él era ya grande. Cada día le daba de comer y la ordeñaba. Sus hermanos hacían lo mismo, y sus padres también lo hicieron y sus abuelos y …
Yo volví a mi mundo. Atragantada.
Tardo en adaptarme a mis gustos, a mi comodidad, a mis palabras, a mis gestos.
Convivo difícilmente con la desigualdad, con la falta de libertad, con la injusticia y la estupidez de esta etnia nuestra, que cambia las palabras, inventa frases que nadie entiende para endulzar y negar la amargura de tanta indolencia. No quiero olvidarme de esos recuerdos. No quiero. Me proporcionan el peso necesario para no desequilibrarme demasiado.
Ni siquiera las religiones del mundo han logrado ennoblecer a tanta conciencia entregada al rezo y al reconocimiento de Dios. Qué imperfectos somos.
Autora invitada: Julia