Si en ocasiones apenas puedo aliviar tu dolor, ¿por qué me aflige el hecho de no ser un Dios para regalarte la eternidad?
Hoy sólo puedo consolarme con que hayas sido agraciada con la bendición de la vida. Y sólo por haber estado entre tus brazos y ver reflejada mi imagen en tus ojos, sólo por eso, ya me puedo reír de la muerte.(Enero 2006)