Lasaha es un
pueblo en la frontera de Nigeria con……Somos 117 habitantes hoy, mañana no
sabemos porque la natalidad no juega con la mortalidad un papel coherente. El
martes 117, el viernes 119, el domingo 111. Sin estructura económica más que la
de subsistencia. La social data de hace siglos al igual que la justicia y la
política. Aún así, y visto lo que he visto, considero a mi pueblo civilizado.
Un rey elegido por su sabiduría y no por su linaje. Aquel que más reportara a
su pueblo adquiría por derecho la responsabilidad de gobernar los designios de
sus iguales. La justicia se aplicaba según el razonamiento de la mayoría y no
por el de los afectados. La ley del Talión, sin conocerla, nos parecía, en
muchas ocasiones desproporcionada. Debemos tener en cuenta que el delito de
robo no existía en Lasaha. No había pertenencia que pudiera ser codiciada, ni
manera de disfrutarla si así fuera.
Emigré hacia un sueño mejor, que no era el mío. Dejé atrás los sueños
de mis hermanos y hermanas pequeños, de tíos y tías, primos, madre y padre,
incluso mis abuelos albergaban esperanzas. Ellos dormían con la imagen de un
hombre que traería el sustento diario. Y eso les aliviaba el hambre. El
verdaderamente pobre requiere de muy poco para saciar su necesidad más
fundamental. Lo sé. A veces te acuestas pensando que mañana comerás y ese
pensamiento disipa el dolor del estómago vacío.
Nuestra felicidad distaba mucho del concepto que tenían los pobladores
de los países que conocí. No era conformista sino realista. Vivíamos felices
con un plato de comida al día y también con dos platos a la semana. Pero el
hambre no conoce la felicidad. Las barrigas infladas de los niños y los
esqueléticos cuerpos de los ancianos junto con las desdentadas bocas juveniles
no eran espectáculos que inspiraran gratas emociones. El ingenio despertado por
la necesidad te inducía a explorar nuevas posibilidades. Atraídos por los ecos
del más allá, las pocas fuerzas de las que disponías te incitaban a emigrar. La
idea era muy sencilla: “Peor no puede ser”. A nuestro pueblo, a Lasaha, habían
llegado por fuerza eólica páginas que mostraban casas de ladrillo con más de
dos y tres plantas, coches en los que podría vivir una de nuestras familias y
establecimientos con comida empaquetada suficiente para saciar a la oscilante
población de Lasaha durante varias lunas y soles, lluvias y sequías. Ropas con
ornamentos que nos quitarían el frío y nos cubrirían del calor a varios de
nosotros y las portaba una sola persona.
No nos queremos ir. No nos gusta abandonar nuestra casa de barro y a
nuestra gente. Queremos más de lo que tenemos porque no tenemos nada.
En Lasaha los días duran 24 horas y el año 365 días. La sed te reseca
los labios, el hambre te da dolor de estómago, la arena quema las plantas de
tus pies. Todo igual que en Detroit, Madrid o París. ¿Cuál es la diferencia?
Creo que la diferencia radica en la localización de las coordenadas -líneas
imaginarias situadas ordenadamente en el espacio terrestre-, que te vieron nacer, crecer y morir. Veo a mi prima con doce
años ir a por agua. Son 3 km. y medio acarreando un bidón de 5 litros. Actividad
diaria. Observo a mi hermano salir con 14 cabras a por pasto caminando 11 km.
Actividad diaria. Muy diferente a la natación, piano, ballet o judo de sus
semejantes a 3000 km de distancia. Con la misma edad, con los mismos
sentimientos, con ilusiones, con…Y sin…
Nuestras aspiraciones eran muy sencillas. Únicamente queríamos vivir o
morir sin dolor. Nos planteábamos cómo podía ser tan diferente la vida de los
hombres, cómo podía ser que tu basura pudiera convertirse en mi sustento. Una
vez vimos televisión y no dábamos crédito. Una calle de New York repleta de
riquezas tiradas en la calle y la gente no reparaba en ello. Estaba claro que
no las necesitaban y para nosotros era un potosí.